Surfeando entre páginas de ocio en Madrid, encontré información sobre el Parque de El Capricho. Con la ayuda del metro, mis zapatos llegaron hasta 14 hectáreas de encanto natural.
María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna, ordenó la construcción de este espacio en 1787 y 52 años más tarde, estuvo listo. Ella no llegaría a contemplar el resultado final y, con más fortuna, mis sentidos sí se entregaron a este capricho.
Aunque transcurren días de otoño, la temperatura continúa agradable, como extensión del inclemente verano. Respiré aire fresco, mi alma se arropó con la paz entre la arboleda. Me tropecé con la casa de la vieja, la ermita, el laberinto, un estanque, el palacio de los duques de Osuna y otros lugares que desconozco por nombre.
Alcé la vista, y alcancé a ver la estela de un avión huyendo del resplandor solar y la sombra de un árbol. Pues bien, dio chance de registrarlo en una foto. Al final, el plan valió el tiempo invertido y cada paso avanzado. Si el sosiego tiene sabor, creo que se parece al capricho.
Por Olberg Sanz
www.olbergsanz.com
29.10.14
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