miércoles, 3 de septiembre de 2014

20 canciones, 2 décadas, un monosílabo: Re

Luego de una entretenida disertación con mi amigo, colega periodista y bloggero, Miguel García Gil, oriundo de Málaga, España, decidí agregar una serie de publicaciones cortas al blog, sólo los días miércoles, con un carácter menos formal, y en contraste, con más estética y anécdota, si el contenido lo permite y amerita. Esta vez, hay una razón extraordinaria e importante para mí. ¿Qué pasó? Les cuento.



El tiempo pasa, la música persiste

Me salta ahora mismo a la mente ars longa, vita brevis, dicho en latín, el arte es largo, la vida breve. No lo menciono en vano. Paseando por la infinita línea de tiempo de Twitter, me tropecé con un tuit desde la cuenta oficial de la agrupación musical mexicana Café Tacvba que me alegró y conmovió profundamente:


Mi memoria suele ser fiel, y echó hacia atrás muchos, muchos años. En 1996, recuerdo entrar a una sala común en el Club Alemán de Maracaibo, al que solía ir de niño, y practicar tenis, futbolito y natación.  En aquel recinto, de vidrios templados y aire acondicionado sin termostato (típico en el estado Zulia por las altas temperaturas), un grupo de chicos y chicas escoltaban un reproductor de cd y se peleaban por cuál canción sonaría luego. Una decía "¡el metro, el metro!", "por favor... si ya la escuchamos. Pongamos ingrataaaa" dijo otro, arrastrando la última vocal y mimetizando cierto tono. No se ponían de acuerdo, hasta que llegó el más alto y gordo quien logró imponerse con un simple "pon las flores, no la hemos escuchado y se jodieron todos". Así descubrí las composiciones de Café Tacuba, cuando todavía no sintonizaba MTV latino. Sin darme cuenta, así me enamoré de la música latinoamericana.


Video oficial de "Las flores"

Café Tacvba, es probablemente, una de las bandas que más ha influido en mi transitar por la música (un lugar apenas reservado entre 311, Desorden Público, Los Pericos y Sublime), más aún, cuando lideré por casi una década un proyecto hecho powertrío que llevaba por nombre Nictofobia. Siempre admiré esa facilidad de esos cuates para que géneros tan ricos y diversos en sonoridad y rítmica hispanoamericana, pudieran convivir en una misma composición. 

"Es tarde ya (Joroposka)" en vivo desde Hard Rock Café Caracas


En su momento, compuse un tributo personal a este disco, con el tema "Es tarde ya" (conocido mejor entre los seguidores como "Joroposka"), cuya arriesgada estructura colocaba yuxtapuestos el pajarillo, el ska, el reggae y un final rock and roll. Todo este colorido rítmico sirvió de excusa para compartir en versos, el regreso de una chica que se había ido... pero que pretendía rehacer una relación... fuera de contexto. Fue presentado durante un concierto en Hard Rock Café Caracas en 2010, recuerdo.



Por siempre, Re 


Wikipedia me asiste con el dato. Fue el 22 de julio de 1994 el lanzamiento de un álbum cuyo nombre era sólo "Re", como la segunda nota musical de la escala de do modo mayor. Me había tropezado con 20 canciones inolvidables producidas por un tal... Gustavo Santaolalla, que se coló en varios discos que compré posteriormente "Dónde jugarán las niñas" y "Apocalypshit" de Molotov, y unos cuantos del excepcional guitarrista y compositor colombiano, Juanes. Hasta bandas sonoras para películas ha realizado "Brokeback Mountain" (2005) de Ang Lee, es un ejemplo.

Si hubiese escuchado "Re" en otro momento de mi vida, quizá me hubiese costado entenderlo. Cada tema era distinto al siguiente en estructura, en género musical, en concepto, en cadencia, apenas en armonía conviven por escalas musicales para un registro vocal desenfadado y empático que sólo tiene Rubén Albarrán (que siempre se cambia el apodo con cada disco, aquí se hacía llamar Cosme), y la aparición esporádica de una alegre melódica interpretada por Emmanuel.

De izquierda a derecha: José Alfredo Rangel Arroyo (Joselo) en la guitarra, jarana y coros, Emmanuel del Real (Meme) en los teclados, melódica, secuencias y coros, Rubén Isaac Albarrán Ortega (Zopilote) en la guitarra y voz líder, y Enrique Rangel Arroyo (Quique) en el bajo, contrabajo y coros.


Dos años después, Café Tacuba obtiene sus seguidores más fieles luego de aparecer en formato Unplugged de MTV Latino. Gustavo Santaolalla, su productor de cabecera les acompañó en la guitarra, junto a estupendos músicos en la batería, percusión latina y violín. Desde 1996, fue uno de los conciertos acústicos que produjo esa cadena de música que más redifusión hizo. No obstante, por conflictos entre la productora de la banda Warner Music México y MTV, el disco de este "desconectado" tardó casi una década en aparecer, en 2005, cuando ya había sido reproducido y distribuido de forma ilegal.

Las canciones 

El aparato. Vaya, una alegría inesperada. Desde los primeros segundos, el razgueo de un cuatro. Soy venezolano y pienso... un grupo de mexicanos levantan su voz con una rítmica muy similar al joropo para relatar una historia de humanos secuestrados por extraterrestres, con un coro downtempo y algo oscuro, y cerrar un coro de niños. ¿Curioso, no?

La ingrata. El radiohit y sin temor a equivocarme, la canción más divulgada en medios de esta banda. Toda hora loca suena el desenfreno tex mex con ska y melódica, de un amor rechazado por una mujer. Dos pasajes que resaltar: un interludio con sabor a bolero entre tonos menores y séptimas;  y por supuesto, un re séptima pianísimo que se prolonga hasta que el aire se le acaba el aire al vocalista en su desenfrenado oprobio... Toma una bocanada a drede y prosigue... ¡Ingrata! 

Video oficial de "La ingrata"


El ciclón. Un pop rock acompañado de un clavinet, cuya letra describe un ciclo de vida que alimenta a todos los seres vivos. El clímax de la canción es el cuestionamiento de Dios, entendiéndolo como el equilibrio de todas las cosas, un equilibrio que murió.

El borrego. Se abre paso una voz a través de un filtro de walkie talkie, entre un incesante golpear de punk hardcore, y es la construcción de una persona que no tiene claro gustos ni preferencias culturales, sociales, religiosas ni políticas.

Esa noche. Mucho tiempo pasó para entender qué quería decir la canción realmente. Resulta que es la soledad quien le habla al protagonista, cuando éste último perdió su amor. Una danza a compás de bolero que ofrece una fuga de voces que asciende y asciende en registro hasta cerrar "mi soledad siempre ha pertenecido a ti".

24 horas. Una de mis favoritas, lo admito. No sabes cuándo arranca, entre tantas repeticiones de notas negras en batería y de pronto te deleitas de un pop rock con ciertos compases de bossanova, y esta vez, unos versos de alguien que se le hace corto el día para seguir con su amada.

Ixtepec. Con su color de guitarra acústica de cuerdas nylon, logra la sensación de fatiga como la caminata de un peregrino de vuelta a Compostela, con la diferencia que es un personaje que va a visitar un muerto. La melódica en este recorrido, suena melancólico y contemplativo.

Trópico de cáncer. Las canciones, si están conceptualizadas correctamente, tienen un significado. El título alude a esa línea imaginaria que atraviesa México, por eso, no es casualidad la dinámica pausada, con una historia de un ingeniero nativo de ese país, que decide renunciar a la empresa petrolera por el impacto ecológico de la actividad económica. He aquí un llamado responsable de Café Tacuba, a preservar el ambiente.

El metro. Luego de un largo sonido ambiente donde se oye la llegada de un vagón, hace el característico tono para cerrar sus puertas y retoma su camino por los rieles, el repique de batería trae un desarrollo funk que lidera el piano. El humor del tema, innegable. Alguien entró en un metro hace meses y no ha podido salir por el volúmen de usuarios. El coro aprovecha las octavas del bajo y notas más largas de piano para aproximarse al sonido disco. El outro, se pierde en fade junto a un metro que sigue su curso.

El fin de la infancia. Pasan al frente los metales en ritmo sincopado, como el ska. Aunque breve, la canción reivindica el valor del artista latinoamericano sobre el extranjero que se lleva el mayor porcentaje de los eventos. Es un jalón de orejas a todo creador cultural que haga respetar su trabajo y dé su justo precio.

Madrugal. La más cortita del repertorio, pero inundada de arreglos en una guitarra clásica al son del bolero aquel de Los Panchos. El nombre, quizá parodiando aquella tonada de "Madrigal" Danny Rivera. Y sí, otra vez el humor entre versos a causa de un accidente con las aves que circudan la catedral.

Pez y Verde. Surrealismo musical hecho en dos temas consecutivos. Tonos muy alargados y llenos de reverberación dan ambiente al cuento de la primera criatura que salió del mar. Emmanuel del Real, suele hacer coros a Rubén, pero aquí asume la voz líder.

La negrita. Guarda mi cariño entre las canciones más sabrosas. La samba te lleva hasta el final con una costeña que asegura que no le sirvió de nada viajar, que prefiere vender pescado con limón a la orilla de la playa.


Audio de "La negrita"


El tatloani del barrio. Así es el sonido que hizo popular a Café Tacuba. Esta composición puede ser hermana o prima de "La chica banda", pero sin la melódica. Rubén aprovecha la historia de un boxeador que se enamora de la hermana de su acérrimo y superior rival, para dar explicación de cómo se conocieron sus padres y eventualmente, pudiera nacer.

Las flores. Puedo dar fe de mi amor por esta canción. No siempre recordada por la fama de "La ingrata", y se agradece. Una introducción de pajarillo en tiempo de vals (3/4) da paso al ska. La letra  dibuja la complicidad de dos que se encuentran, uno con la gallardía de enamorar en el momento. La melódica te hace sonreír y por fin, llega un breve puente que regresa al vals, siempre en descenso melódico para cerrar con ska y melódica, en un último y curioso golpe fuera de la escala usada (Si bemol mayor) para caer en do sostenido (Do#). Vamos, tiene una explicación. Es que el siguiente tema, empieza justo en esa nota.

La pinta. Con el impulso energético del tema anterior, aparece el grunge y la melódica con la correcta actitud de quien hace lo que quiera, sin dar explicaciones. Entre los versos, se cuela la rebeldía "si tú quieres en casa puedes quedarte a teorizar / ayudar no puedes ayudar y es mejor no estorbar / y te lo digo en este ritmo pa' que puedas entender / me voy de la pinta, me voy de pinta y me voy a pintar". Un final con feedback de guitarra y vibrato en el melodión que enmudecen tras el cierre de una puerta.

El baile y el salón. Hay ciertos fanáticos de Café Tacvba que aseguran que éste es el mejor tema jamás compuesto por este cuarteto de Ciudad Satélite. Tiene su encanto de música disco, eese pedal de wahwah endulcorando la guitarra, que tuvo su apogeo en los 80s. Enamorarse en la pista de baile, y más si danzas con la persona que te gusta, inevitable. La revelación del cuento, eran dos hombres bailando.

El puñal y el corazón. Llega el tumbao latino a Re. El despliegue de metales, como es de esperarse, trompetas, saxofones, en su momento aparecerá una flauta trasversa y la melódica. Algo hizo el protagonista porque su mujer no quiere perdonarlo, "ni hablar mujer, tú traes puñal / ni hablar mujer, no me quieres perdonar / ese puñal lo traigo dentro de mi corazón / y si no sale ya empezará a desangrar y te dirá adiós". Lo cierto es que la canción se va con mambo... y no hay vuelta atrás.

El balcón. Se termina el repertorio. El track 20 suena lejano, respecto de los temas anteriores. Se oye como a través de un radio viejo. Esa melancolía del jazz reducido a piano, peinado de caja, contrabajo y una voz que toma el rol de un sirviente que le da noticia a una mujer que trapea el piso. Los dueños se han ido y les toca sentirse propietarios de la inmenso sembradíos de plátano.



20 años. ¿Cuándo?

El pasado 22 de julio, Café Tacvba totaliza dos décadas con su disco más popular. Algunos críticos especializados categorizan esta producción entre las más importantes y arriesgadas jamás realizadas en la región latinoamericana. 

Para mí, es un disco compacto que sigue girando y girando, y sus tonadas parece que se resisten a deteriorarse, a fallecer. Larga vida al legado que ha dejado el cuarteto mexicano, quien he tenido la oportunidad una sóla vez de ver en concierto (fue la gira "Revés Yo Soy", del año 2000, pasaron por Caracas y se instalaron a tocar en el anfiteatro del Centro Sambil, junto a Mata Rica de Venezuela). Mi sorpresa: al ver la puesta en escena, no había batería. Las secuencias eran iniciadas por el tecladista. Y por supuesto, durante el repertorio, Emmanuel pasaba adelante con otro instrumento y hacer coreografía con el resto. Pasaron muchos años para que los tacubos incorporaran un baterista para sus conciertos, pero éste no es considerado un integrante oficial.




¿Valiente? 
Aquí tienes el disco completo para disfrutar... una vez más.



Por Olberg Sanz
www.olbergsanz.blogspot.com
03.09.14





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Fuentes consultadas













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3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. sin duda a muchos nos gusta y nos emociona escuchar la música de Café tacvba, tambien era fan de Nictofobia jeje aún lo soy

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  3. Es emocionante cómo ciertos discos, a pesar de los años que pasen, nos hacen sonreír todavía. Muchas gracias por la visita al blog Ambar!

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